lunes, 24 de octubre de 2016
GABRIEL D´ANNUNZIO...POEMAS ....POR RITA AMODEI
LOS POETAS ITALIANOS: GABRIELE D’ANNUNZIO Y GIOVANNI PASCOLI
Carmen F. Blanco Valdés / Linda Garosi
Universidad de Córdoba
Uno de los términos a los cuales se hace referencia cuando se habla de las
nuevas tendencias del arte europeo de buena parte del Ottocento y primeras décadas del
Novecento es el de Decadentismo. Con tal término suele entenderse la novedad
originada en formas poéticas y contenidos que romperán explícitamente con toda la
tradición occidental; formas y contenidos que se nutren de una cultura de la decadenza,
final prácticamente de aquella sociedad burguesa propia del siglo XIX.
Tal término, como se sabe, nace en Francia entorno a los años ochenta del siglo
XIX, acuñado por la crítica, en tono despreciativo, para designar precisamente como
décadents a aquellos artistas cuya “irregularidad” en la vida y el arte era motivo de
escándalo para la sociedad burguesa. Los propios protagonistas, entre los cuales su
mayor exponente, Paul Verlaine, quien en un soneto publicado en el año 1883 arengaba
diciendo: “Je suis l’Empire à la fin de la décadence”, acogieron de buen grado tal
etiqueta, como motivo de distinción. Promovieron así una nueva imagen del arte, a la
que atribuían un valor supremo y absoluto, privilegiando, precisamente por ello, la
atención por aquellas épocas antiguas en decadencia, debido a su elegancia y
refinamiento. Pese a todo, la experiencia de los poetas decadentes franceses fue breve:
en el año 1886, año de su absoluta consagración, apareció el manifiesto simbolista de
Jean Moréas que supuso el predominio, sobre las tendencias decadentes, de las
simbolistas, orientadas estas últimas hacia la búsqueda de una poesía evocadora, hecha
de impresiones musicales y analógicas. En los años noventa, tanto la temática y el estilo
decadente como el uso del término Decadentismo, abandonan las fronteras francesas
para difundirse por Europa, encontrando su mayor fortuna crítica en Italia.
El vocablo y concepto de Decadentismo constituye un capítulo relevante en la
historia cultural italiana del Novecento, no tanto porque identifica a una precisa realidad
histórica sino, y sobre todo, porque se convierte en una categoría crítica. Queremos decir
con ello que tal término, en el ámbito de la crítica literaria italiana, supone una fórmula
en la cual pueden encontrase y resumirse distintas tendencias literarias en función de las
diversas orientaciones críticas. Tal y como dice Antonielli: “una larga metafora critica”1
.
Hablar de Decadentismo implica pues, separar por un lado las concretas manifestaciones
artístico-culturales y por otro, la historia de sus sucesivas y varias valoraciones críticas.
En términos generales el uso de tal vocablo remite, aún hoy en día, a una categoría en
discusión que lleva asociados innumerables problemas de periodización y de
clasificación.
Siguiendo con la historia del término, el Decadentismo es una adquisición crítica
posterior al fenómeno, mediante la cual una parte de la historiografía literaria italiana
caracteriza los aspectos más sobresalientes de la civilización artística europea que se
inicia entorno a los últimos veinte años del siglo XIX, años del movimiento decadente
francés, y que se prolonga hasta las primeras décadas del siglo XX. Desde este punto de
vista, el término Decadentismo indica todas aquellas experiencias que conciben el arte y
la poesía como un valor supremo, oponiéndolo a la racionalidad burguesa y positivista;
expresión de la consumación de una determinada época literaria.
1
Cfr. S.Antonielli, s.v. “Decadentismo”, V.Branca (a cura di), Dizionario critico della letteratura
italiana, vol. II, Torino, Utet, 1973, pp. 669-679.
En definitiva, hoy en Italia la etiqueta de Decadentismo se aplica a la literatura
producida entre los años ochenta del siglo XIX y la primera década del siglo XX, es
decir una experiencia, en lo que a lírica se refiere, delimitada entre el final del
magisterio de Carducci y la Scapigliatura y el florecer de las vanguardias, como el
Futurismo o Crepuscularismo2
.
En el ámbito de la producción artística italiana, Pascoli y D’Annunzio se hacen
intérpretes, en una buena parte de su obra poética, de las inquietudes presentes en las
tendencias del Decadentismo-Simbolismo europeo, de tal modo que la crítica de hoy ha
llegado a clasificarlos como auténticos poetas simbolistas. A este respecto cabría añadir
que el Simbolismo, como tal movimiento, no tuvo en Italia la misma repercusión y
recepción que tuvo en otros países culturalmente afines, lo cual provocó que otra parte
de la crítica opinara que el conjunto de la obra poética pascoliana y dannunziana
quedara fuera de las fronteras del Simbolismo. Pese a ello, lo cierto e innegable es que
las experiencias poéticas más sobresalientes del conjunto lírico de ambos poetas
responden claramente a los preceptos simbolistas, razón por la cual están por derecho
propio en esta antología poética. Esas experiencias poéticas simbolistas más
sobresalientes son, sin duda, la mayor parte de los poemas pertenecientes a Canti di
Castelvecchio de Pascoli y al Alcyone de D’Annunzio, textos elegidos para formar parte
de esta antología.
Gabriele D’Annunzio (Pescara 1863 - Gardone 1938), desde los primeros años
transcurridos en el colegio Ciccognini, reveló una precoz pasión por la literatura. Siendo
todavía estudiante bachiller publicó por cuenta propia su primera colección poética
Primo vere (1879), dando muestras ya de su magisterio poético. En el año 1881 se va a
Roma, donde se matricula en la Facultad de Letras. Sin embargo, dejando de lado sus
estudios universitarios, se dedica más a la vida literaria y mundana de la ciudad,
convirtiéndose en colaborador incansable de revistas literarias. En breve tiempo
conquistó un papel protagonista en la vida cultural romana: disfrutó del modo más
inteligente del naciente mercado del libro, se convirtió en un refinado intérprete de las
tendencias culturales de moda, estetizantes y decadentes; y sobre todo dirigió hacia él la
atención de la sociedad romana a causa de sus continuas aventuras amorosas, duelos y
escándalos. La mejor muestra de todo ello es, sin duda, su primera obra en prosa Il
Piacere (1889), en la cual la sensibilidad y el gusto del Decadentismo encuentran su
personificación, dentro de unas vivencias prácticamente autobiográficas. En el año
1891, para huir de las deudas, se traslada a Nápoles, donde permanece hasta el año
1894. Retirándose más tarde a su región natal (Abbruzzo), va a vivir con su amigo, el
pintor Michetti. Allí pone fin a una nueva e importante novela, Il trionfo della morte
2
Para una revisión profunda sobre el concepto de Decadentismo italiano y sobre las distintas definiciones
del término remitimos a los estudios de M. Praz, La carne, la morte e il diavolo nella letteratura
romantica (1930), Firenze, Sansoni, 1966; W. Binni, La poetica del Decadentismo (1936), Firenze,
Sansoni, 1977; E.Gioanola, Il Decadentismo, (1972), Roma, Studium, 1977; V. Fortichiari, Invito a
conoscere il Decadentismo, Milano, Mursia, 1987; P. Giovannetti, Decadentismo, Milano, Bibliografica,
1994.
Sobre el movimiento y los autores remitimos a las distintas historias de la literatura italiana, entre ellas,
especialmente a G. Ferroni, Storia della letteratura italiana. Dall’Ottocento al Novecento, Torino,
Einaudi, 1991; S. Guglielmino – H. Grosser, Il sistema letterario. Guida a la storia letteraria e
all’analisi testuale. Novecento, Milano, Principato, 1994.; E. Malato, (diretta da) Storia della letteratura
italiana. Tra l’Otto e il Novecento, Roma, Salerno, 1999; F. Brioschi – C. Di Girolamo, Manuale di
letteratura italiana. Storia per generi e problemi. Dall’Unità d’Italia alla fine del Novecento, Torino,
Bollati Boringhieri, 2002;
(1894). Entorno a los años noventa D’Annunzio conoce a Nietzsche ofreciendo su
personal interpretación de la ideología del superhombre en la novela Le vergini delle
rocce (1895). Mientras tanto, su quehacer literario había abordado tanto el teatro con
títulos como La città morta (1896), Francesca da Rimini (1901), La figlia di Iorio
(1903) o La nave (1907); como sobre todo la poesía, en la que, tras el éxito obtenido con
las colecciones poéticas, Canto Novo e Intermezzo (1882) y tras las menos afortunadas
La Chimera y L’Isottèo (1890), destaca su primera gran obra poética Poema paradisiaco
(1893).
Los problemas económicos continuaban atosigando al poeta y, de hecho, sus
acreedores consiguieron embargarle la villa toscana, La Capponcina, adonde se había
trasladado en el año 1898. Por este motivo D’Annunzio opta por un “exilio voluntario”
en Francia donde continuó escribiendo. Regresa a Italia en el año 1915, tomando parte
activa a favor da la intervención bélica y formando parte de la política del fascismo.
Desde el año 1921 hasta su muerte vivió en el lago de Garda, en la villa de Cargnacco,
manteniéndose alejado de la vida pública, en lo que él dio en llamar “uno splendido
isolamento”. En este paraíso perdido escribirá el emotivo Notturno (iniciado en 1916,
tras perder la visión de un ojo en una acción bélica, y publicado en 1921) y continuará
recogiendo las prosas que formarán parte de la colección Faville del maglio, dominadas
por la introspección y el sentido inminente de la muerte.
Pero sin duda alguna, en lo que a lírica se refiere, la gran obra de D’Annunzio lo
constituye el amplio proyecto poético de las Laudi del cielo, dell’amore, della terra e
degli eroi, divididas en cuatro libros (Maia, Elettra, Alcyone y Merope), culminado en
el año 1921 pero iniciado en el año 1896; obra que responde a una experiencia poética
que la mayor parte de la crítica ha considerado perteneciente a las contemporáneas
tendencias simbolistas. De entre el grupo de los cuatro libros, las poesías recogidas en el
tercero de ellos, Alcyone (1903) son las más reveladoras de su magisterio poético,
debido sobre todo a que la mayor parte de los poemas desarrollan el motivo simbolista
de la metamorfosis del ser humano (poeta y su amada) en elementos pertenecientes al
mundo de la naturaleza y viceversa. De hecho, en el Alcyone, Gabriele D’Annunzio
colecciona una serie de laudas conmemorativas de la naturaleza, sobre todo de los
eventos vitalistas que tienen lugar durante el verano, desde el vigoroso junio al
melancólico septiembre; un verano en el cual el poeta se sumerge pretendiendo realizar
una fusión metamórfica que se resuelve en un ensanchamiento de la dimensión humana,
en la evocación de secretas correspondencias entre el paisaje y el estado anímico (La
sera fiesolana), en el proceso de metaforización del hombre (La pioggia nel pineto), o
de personificación de la naturaleza (Stabat nuda Aestas). En todas las poesías, tanto
cuando aborda una simple temática como, sobre todo, cuando representa y mitifica a la
Naturaleza, D’Annunzio da prueba de su gran magisterio formal tanto desde el punto de
vista métrico como estilístico. La poesía se convierte en un descubrimiento intuitivo; la
palabra del poeta, modulada en un verso carente de un aparente significado lógico,
reducida a pura música evocadora, consigue acoger la armonía que se percibe cuando se
adhieren los sentidos a los elementos naturales.
El Alcyone, considerado por la crítica, como ya hemos dicho, el mejor resultado
del D’Annunzio poeta, representa además el primer experimento de métrica libre y de
rotura de esquemas estróficos de la lírica italiana. Pero no sólo, ya que el poeta consigue
conferir sonoridad a la palabra poética, consigue con la simplicidad de las palabras
acercarnos a un contenido complejo e impalpable, demostrando de tal modo conocer a la
perfección las indicaciones teórico-formales de los mayores exponentes de la nueva
poesía europea, especialmente de la francesa.
La vida de Giovanni Pascoli (San Mauro di Romagna 1855 – Bologna 1912)
estuvo marcada por los acontecimientos dramáticos que tuvieron lugar en los años de
colegio: la muerte del padre primero y de la madre y de algunos hermanos más tarde; y
por las difíciles condiciones económicas por las que pasó el resto de la familla, él
incluido. Tras obtener una beca de estudios en el año 1871, llega a Bolonia como
estudiante de la Facultad de Letras. Los años allí transcurridos fueron años de miseria,
de crisis y de asunción de las nuevas tendencias del socialismo europeo. Fu arrestado en
el año 1879 durante una manifestación de los anarquistas. La experiencia en la cárcel
fue dura, tanto que lo llevó a rechazar cualquier acción política. En el año 1882,
licenciado en Letras, tras el apoyo del poeta y profesor Carducci, obtiene un puesto de
trabajo como profesor de latín y griego en el instituto de Matera, siendo dos años más
tarde trasladado a la ciudad de Massa. Aquí se establece con sus dos hermanas menores,
Ida y María y la vida serena con ellas le ayudará a reconstruir, después de tantas
desgracias, el “nido familiar” que había sido destruido en la infancia. De hecho, la vida
afectiva de Pascoli, reflejada a la perfección en sus poesías, está dominada por el deseo
de mantener unida a la familia, lo cual lo llevará a los intentos frustrados de conseguir el
amor, con todo lo que ello implicaba. No ha sido superfluo, a nuestro entender,
detenerse en los aspectos íntimos de la vida del poeta, ya que algunos de ellos están
íntimamente unidos al repertorio temático desarrollado en sus composiciones poéticas,
tanto que para la correcta valoración de la poética pascoliana es necesario tener en
cuenta el mito del “nido” con las consiguientes frustraciones amorosas y sexuales, el
aislamiento, la idealización de la vida en el campo, la centralidad de la humilde realidad
cotidiana; aspectos todos ellos que comparecen en su experiencia como hombre y como
poeta.
La actividad poética de Pascoli madura con lentitud pero con la dedicación de
toda una vida. En los años ochenta comenzó a publicar algunas composiciones en
distintas sedes literarias hasta que ve la luz su primer volumen Myricae (1891). Durante
estos primeros años establece contactos con los ambientes literarios y conoce a
D’Annunzio. En el año 1892 consigue la medalla de oro en el concurso internacional de
poesía latina de Amsterdam. En el 1895 sufrirá una grave crisis personal como
consecuencia de la decisión de Ida de casarse, acontecimiento que él vivió como traición
y destrucción del “nido”, que intentará reconstruir con su otra hermana, María, en la
casa de Castelvecchio di Barga. Este lugar, como veremos, permanecerá en su
imaginario poético como un lugar apartado y en el cual el poeta entra en contacto
directo con la naturaleza.
A partir del año 1897, empieza su carrera académica primero en Bolonia y
después en Mesina. Paralelamente se publica la primera edición de Poemetti, Canti di
Castelvecchio (1903) y Poemi conviviali (1904). En el año 1907 hereda la cátedra de
literatura italiana de Carducci en la Universidad de Bolonia y en su honor, siguiendo sus
huellas, publica la colección Odi e Inni (1906), caracterizada por una poesía civil de
tono oficial.
Importantes indicaciones sobre la poética pascoliana son ofrecidas por el mismo
autorImportantes indicaciones sobre la poética pascoliana son ofrecidas por el mismo
autor en el célebre texto programático Il fanciullino (1903). En este ensayo, Pascoli
explica que el poeta es aquél que conserva intacta su alma de niño, gracias a la cual
mantiene un contacto inmediato con las cosas, siendo capaz de ver “tutto con
maraviglia, tutto come per la prima volta”. El poeta, además, será aquél que sepa dar
voz, mediante procedimientos formales de gran novedad, a la visión del “fanciullino”,
usando tales cualidades para el bien de todos. De aquí deriva una peculiar concepción de
la poesía, de un lado como inspiradora de “buoni e civili costumi, d’amor patrio,
famigliare e umano”; de otro, como expresión del sentido misterioso de la vida. Puesto
que el misterio es la verdadera realidad de la existencia, la poesía será, en consecuencia,
la forma suprema de conocimiento, ya que ella nos pone en contacto directo con el
misterio. De este pensamiento deriva precisamente el carácter decadentista y simbolista
de la poesía pascoliana.
Sin embargo, la adhesión de Pascoli al Simbolismo no se da tanto en los
presupuestos ideológicos y poéticos como, sobre todo, en la dimensión simbólica de su
poesía, en la rotura del orden lógico-cronológico de la estructura poética; en la
experimentación lingüística, con la exaltación no semántica sino fonosimbólica de la
palabra; en la disolución de las formas métricas tradicionales.
Todos estos aspectos, presentes ya en Myricae, los encontramos consolidados en
el volumen de Canti di Castelvecchio. Aquí se repropone el mismo trabajo subjetivo de
la primera colección, pero con una distinta tipología discursiva: en Myricae de tipo
descriptivo, mientras que en los Canti, de tipo narrativo.
La colección (primera edición del año 1903) comprende poesías escritas entre los
años 1897 y 1907. La última edición es póstuma (1912). En Castelvecchio, en la casa de
campo donde vivió frecuentemente a partir del año 1895, Pascoli escribe estas
composiciones en las cuales, al lado de una representación realista del ambiente
campesino, emerge la decisiva visón simbolista a través de la cual las cosas humildes
llegan a ser el refugio ante la muerte y ante el misterio, elementos que tienen una
presencia continua y determinante en la existencia del hombre y del poeta en particular.
La colección podría considerarse una especie de novela lírica con argumento vario como
el ciclo de las estaciones o las emociones que el poeta vive escuchando y sintiendo la
vida de este paisaje. La colección se cierra con una sección de nueve poemas titulada
Ritorno a San Mamemoria y el recuerdo adquieren una dimensión esencial.
En San Mauro en clara alusión al mundo perdido de la infancia y donde la
memoria y el recuerdo adquieren una dimensión esencial.
++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
GABRIELE D’ANNUNZIO. ALCYONE
LA SERA FIESOLANA (junio de 18993
)
1 Fresche le mie parole ne la sera
ti sien come il fruscìo che fan le foglie
del gelso ne la man di chi le coglie
silencioso e ancor s’attarda a l’opra lenta
5 su l’alta scala che s’annera
contro il fusto che s’inargenta
con le sue rame spoglie
mentre la Luna è prossima a le soglie
cerule e par che innanzi a sé distenda un velo
10 ove il nostro sogno si giace
e par che la campagna già si senta
da lei sommersa nel notturno gelo
e da lei beva la sperata pace
senza vederla.
15 Laudata sii pel tuo viso di perla,
o Sera, e pe’ tuoi grandi umidi occhi ove si tace
l’acqua del cielo!
Dolci le mie parole ne la sera
ti sien come la pioggia che bruiva
20 tepida e fuggitiva,
commiato lacrimoso de la primavera,
su i gelsi e su gli olmi e su le viti
e su i pini dai novelli rosei diti
che giocano con l’aura che si perde,
25 e su ‘l grano che non è biondo ancóra
e non è verde,
e su ‘l fieno che già patì la falce
e trascolora,
e su gli olivi, su i fratelli olivi
30 che fan di santità pallidi i clivi
e sorridenti.
Laudata sii per le tue vesti aulenti,
o Sera, e per il cinto che ti cinge come il salce
il fien che odora!
35 Io ti dirò verso quali reami
d’amor ci chiami il fiume, le cui fonti
eterne a l’ombra de gli antichi rami
3
Expresión de la musicalidad secreta de las cosas. Paisaje propio de la campiña de
Fiésole, cerca de la Florencia que baña el Arno. La alabanza hecha a la tarde recuerda
claramente el Laudes Creaturarum escrito por San Francisco de Asís para conmemorar
las criaturas por Dios creadas.
parlano nel mistero sacro dei monti;
e ti dirò per qual segreto
40 le colline su i limpidi orizzonti
s’incùrvino come labbra che un divieto
chiuda, e perché la volontà di dire
le faccia belle
oltre ogni uman desire
45 e nel silenzio lor sempre novelle
consolatrici, sì che pare
che ogni sera l’anima le possa amare
d’amor più forte.
Laudata sii per la tua pura morte,
50 o Sera, e per l’attesa che in te fa palpitare
le prime stelle!
+++++++++++++++++
ATARDECER EN FIÉSOLE
Frescas mis palabras en la tarde
sean para ti como el murmullo de las hojas
del moral en las manos de quien las coje
silencioso retrasando así el lento obrar
5 sobre la alta escalera que ennegrece
contra el tronco que argentea
con sus ramas desnudas
mientras la Luna se aproxima a los vértices
cerúleos y parece que ante sí extienda un velo
10 donde nuestro sueño yace
y parece que la campiña ya se sienta
por ella sumergida en el profundo hielo
bebiendo de ella la esperada paz
sin verla
15 ¡Alabada seas por tu rostro de perla
oh Tarde, y por tus grandes húmedos ojos donde calla
el agua del cielo!
Dulces mis palabras en la tarde
sean para ti como la lluvia que chispea
20 templada y fugitiva,
adiós lacrimoso de la primavera,
sobre los morales y los olmos y sobre las vides
y sobre los pinos con los nuevos rosados dedos
que juegan con el viento que se pierde,
25 y sobre el grano que no es rubio todavía
y no es verde,
y sobre el heno que ya sufrió la siega
y se trasluce,
y sobre los olivos, sobre los hermanos olivos,
30 que hacen con su santidad pálidos los cerros
y sonrientes.
¡Alabada seas por tus ropajes áulicos
oh Tarde, y por el cinto que te cinge como el sauce
al heno que perfuma!
35 Yo te diré hacia cuáles reinos
de amor nos llame el río, cuyas fuentes
eternas a las sombras de las ancestrales ramas
hablan en el misterio sagrado de los montes;
y te diré por cuál enigma
40 las colinas sobre los limpios horizontes
se curvan como labios que una prohibición
selle, y por qué la voluntad de hablar
los haga bellos
sobrepasando todo deseo humano
45 y en su silencio, siempre nuevas
consoladoras, tal que parece
que cada noche el alma los pueda amar
de amor más fuerte.
¡Alabada seas por tu muerte pura
50 oh Tarde, y por la espera que en ti hace palpitar
las primeras estrellas!
++++++++++++++++
LA PIOGGIA NEL PINETTO (verano de 19024
)
Taci. Su le soglie
del bosco non odo
parole che dici
umane; ma odo
5 parole più nuove
che parlano gocciole e foglie
lontane.
Ascolta. Piove
dalle nuvole sparse.
10 Piove su le tamerici
salmastre ed arse,
piove su i pini
scagliosi e irti,
piove su i mirti
15 divini,
su le ginestre fulgenti
di fiori accolti,
su i ginepri folti
di coccole aulenti,
20 piove su i nostri vòlti
silvani,
piove su le nostre mani
ignude,
su i nostri vestimenti
25 leggieri,
su i freschi pensieri
che l’anima schiude
novella,
sulla favola bella
30 che ieri
t’illuse, che oggi m’illude
o Ermione
Odi? La pioggia cade
su la solitaria
35 verdura
con un crepitìo che dura
e varia nell’aria
secondo le fronde
più rade, men rade.
40 Ascolta. Risponde
al pianto il canto
4
Canta las modulaciones de la lluvia estival que cae sobre la vegetación de un pinar
cercano al mar. Pero, en realidad, este poema representa una metamorfosis del poeta y
de su compañera Hermíone en los distintos elementos vegetales. Hermíone era hija de
Helena y Menelao. Prometida a Orestes, pero casada por su padre, a la fuerza, con
Neoptólemo. Orestes finalmente lo matará y se casará con ella.
delle cicale
che il pianto australe
non impaura,
45 né il ciel cinerino.
E il pino
ha un suono, e il mirto
altro suono, e il ginepro
altro ancòra, stromenti
50 diversi
sotto innumerevoli dita.
E immersi
noi siam nello spirto
silvestre,
55 d’arborea vita viventi;
e il tuo vólto ebro
è molle di pioggia
come una foglia,
e le tue chiome
60 auliscono come
le chiare ginestre,
o creatura terrestre
che hai nome
Ermione.
65 Ascolta, ascolta. L’accordo
delle aeree cicale
a poco a poco
più sordo
si fa sotto il pianto
70 che cresce;
ma un canto vi si mesce
più roco
che di laggiù sale,
dall’umida ombra remota
75 Più sordo e più fioco
s’allenta, si spegne,
Sola una nota
ancor trema, si spegne,
risorge, trema, si spegne.
80 Non s’ode voce del mare.
Or s’ode su tutta la fronda
crosciare
l’argentea pioggia
che monda,
85 il croscio che varia
secondo la fronda
più folta, men folta.
Ascolta.
La figlia dell’aria
90 è muta; ma la figlia
del limo è lontana,
la rana,
canta nell’ombra più fonda,
chi sa dove, chi sa dove!
95 E piove su le tue ciglia,
Ermione.
Piove su le tue ciglie nere
sì che par tu pianga
ma di piacere; non bianca
100 ma quasi fatta virente,
par da scorza tu esca.
E tutta la vita è in noi fresca
aulente,
il cuor nel petto è come pèsca
105 intatta,
tra le pàlpebre gli occhi
son come polle tra l’erbe,
i denti negli alvèoli
son come mandorle acerbe.
110 E andiam di fratta in fratta,
or congiunti or disciolti
(e il verde vigor rude
ci allaccia i mallèoli
c’intrica i ginocchi)
115 chi sa dove, chi sa dove!
E piove su i nostri vólti
silvani,
piove su le nostre mani
ignude,
120 su i nostri vestimenti
leggieri,
su i freschi pensieri
che l’anima schiude
novella,
125 su la favola bella
che ieri
m’illuse, che oggi t’illude,
o Ermione.
+++++++++++++++++++++++
LA LLUVIA EN EL PINAR
Calla. En los límites
del bosque no escucho
palabras que pronuncias
humanas; pero escucho
5 palabras más nuevas
que hablan escarchas y hojas
lejanas.
Escucha. Llueve
por las nubes.
10 Llueve sobre los tamariscos
salobres y resecos,
llueve sobre los pinos
escamosos y enhiestos,
llueve sobre los mirtos
15 divinos,
sobre las ginestas fulgentes
de flores acogidas,
sobre los enebros abundantes
de bayas olorosas
20 llueve sobre nuestros rostros
selváticos,
llueve sobre nuestras manos
desnudas,
sobre nuestros ropajes
25 ligeros,
sobre los frescos pensamientos
que el alma descubre
primigenia,
sobre la fábula bella
30 que ayer
te engañó, que hoy me engaña
oh Hermíone.
¿Oyes? La lluvia cae
sobre la solitaria
35 natura
con un crepitar que dura
y se trasforma en el aire
según las frondas
más tupidas, menos tupidas.
40 Escucha. Responde
al llanto el canto
de las cigarras
que el llanto austral
no atemoriza,
45 ni el cielo ceniciento.
Y el pino
tiene un sonido, y el mito
otro sonido, y la ginesta
otro también, instrumentos
50 distintos
bajo incontables dedos.
Y sumergidos
nosotros estamos en el espíritu
salvaje,
55 de arbórea vida vivientes;
y tu rostro ebrio
está húmedo de lluvia
como una hoja,
y tus crines
60 perfuman como
las claras ginestas,
oh criatura terrestre
que tienes nombre
Hermíone.
65 Escucha, escucha. La armonía
de las volátiles cigarras
poco a poco
más sorda
se hace bajo el llanto
70 que crece;
pero un canto allí se escancia
más ronco
que de lo profundo sube,
de la húmeda sombra remota.
75 Más sordo y más tenue
se enlentece.
Sólo una nota
tiembla todavía, se apaga,
resurge, tiembla, se apaga.
80 No se oye la voz del mar.
Sólo se oye en la total fronda
crujir
la argéntea lluvia
que limpia,
85 el crujido que varía
según la fronda
más espesa, menos espesa.
Escucha.
La hija del aire
90 está muda; pero la hija
del lodo lejana,
la rana,
canta en la sombra profunda
¡quién sabe dónde, quién sabe dónde!
95 Y llueve sobre tus cejas
Hermíone.
Llueve sobre tus negras cejas
tal que parece que llores
pero de placer; no blanca
100 sino casi verdecida hecha
parece que de corteza tu nazcas.
Y toda la vida es en nosotros frescor
oliente,
el corazón en el pecho es como fruto
105 intacto,
entre los párpados los ojos
son manantial entre hierbas,
los dientes en los alvéolos
son como almendras acerbas.
110 Y vamos de matorral en matorral
ahora unidos, ahora sueltos
(y el verde y rudo vigor
nos entrelaza los tobillos
nos atrapa las rodillas)
115 ¡quién sabe dónde, quién sabe dónde!
Y llueve sobre nuestros rostros
selváticos,
llueve sobre nuestras manos
desnudas,
120 sobre nuestros ropajes
ligeros,
sobre los frescos pensamientos
que el alma descubre
primigenia,
125 sobre la fábula bella
que ayer
me engañó, que hoy te engaña
oh Hermíone.
+++++++++++++++++++++++++
STABAT NUDA AESTAS (19035
)
Primamente intravidi il suo piè stretto
scorrere su per gli aghi arsi dei pini
ove estuava l’aere con grande
termito, quasi bianca vampa effusa.
5 Le cicale si tacquero. Più rochi
si fecero i ruscelli. Copiosa
la rèsina gemette più pe’ fusti.
Riconobbi il colùbro dal sentore.
Nel bosco degli ulivi la raggiunsi.
10 Scorsi l’ombre cerulee dei rami
su la schiena falcata, e i capei fulvi
nell’argento pallàdio trasvolare
senza suono. Più lunghi, nella stroppia,
l’allodola balzò dal solco raso,
15 la chiamò, la chiamò per nome in cielo.
Allora anch’io per nome la chiamai.
Tra i leandri la vidi che si volse.
Come in bronzea mèsse nel falasco
entrò, che richiudeasi strepitoso.
20 Più lunghi, verso il lido, tra la paglia
marina il piede le si torse in fallo.
Distesa cadde tra le sabbie e l’acque.
Il ponente schiumò ne’ suoi capegli.
Immensa apparve, immensa nudità.
+++++++++++++++++++++++++++++++++++
STABAT NUDA AESTAS
Primero entreví su pie pequeño
recorrer las lanzas quemadas de los pinos
donde se agitaba el aire con grande
temblor, casi como blanca llama fugaz.
5 Las cigarras callaron. Más roncos
se hicieron los riachuelos. Copiosa
la resina se deslizaba por los troncos.
Reconocí la culebra por su olor.
En el bosque de olivos la atrapé.
10 Recorrí las sombras cerúleas de sus ramas
sobre su espalda arqueada, y los cabellos rojizos
en el argénteo ateneo sobrevolar
sin sonido. Mas allá, en los rastrojos,
la alondra se alzó del surco rasurado,
15 la llamó, la llamó por nombre en cielo.
Entonces también yo por nombre la llamé.
Entre las adelfas la vi que se volvía.
Como en broncínea mies, en el espartal
entró, con encierro estrepitoso.
20 Más allá, hacia la costa, entre la paja
marina el pie se le quebró resbaladizo.
Extendida cayó entre la arena y el agua.
El poniente la salpicó en sus cabellos.
Inmensa apareció. Inmensa desnudez
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario